Viajar sin itinerario (y con IA): la paradoja que funciona
Porque a veces, para estar más presente, solo necesitas apagarlo todo… menos la curiosidad.
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La fórmula para vIAjar desconectando
Me he concedido a mí misma la licencIA de desinstalarme LinkedIn, Substack, Gmail, y mantenido desactivadas las notificaciones de Whatsapp durante muchos días de viaje. Y porque no tengo más redes sociales instaladas en ese cacharro rectangular que llevo en el bolsillo, que si no, también se habrían quedado sin trabajo este tiempo. Heavy, lo sé. ¿Fácil? Al principio no, pero después… después es difícil querer volver a la misma intensidad. Y en esa mezcla de naturaleza y desconexión, descubrí que había una forma diferente —y más humana— de usar la tecnología.
La causa de la desconexión era sencilla: iba a hacer un viaje largo, en la otra punta del mundo, y necesitaba cortar los hilos que me unían a Occidente para que el destino me envolviera mucho más (de la desconexión digital y lo que genera en nuestro cerebro hablaremos otro día). Hubo algo que sí mantuve, sin embargo, porque aunque enganchar engancha, no es adictivo ni me hacía estar todo el rato mirando la pantalla…
Esta es la historia de Irene, en medio de la jungla rodeada de pájaros tropicales, visitando el Palacio de Agua de Ujung, solo con ChatGPT en mano, desconectando más que nunca. ¿Cómo suena eso? Mezcla curiosa. Pero vayamos al principio. ¿Dónde y cómo ha participado las herramientas de inteligencia artificial en este viaje?
Comienza con el fin en la mente
“Me voy a Bali en 3 meses y no sé qué cosas voy a visitar.”
No quería tener un itinerario. No me gustan. Me hacen sentir que no hay margen a que apetezca alargar un poco más un paseo por aquí, no estar en el mood para hacer esta actividad de aventura, o de parar a cenar en un restaurante que surge.
No sé vosotros, pero muchas veces me debato entre la sensación de que me supera tener que tenerlo todo medido y controlado en un viaje, pero por otro lado, sé que si no investigo nada de nada, voy a perderme muchas cosas (incluyendo joyas escondidas). Hay mil formas de vivir un viaje, desde que se decide el destino hasta que se vuelve, y es genial que cada uno lo vivamos de una forma diferente (ya me contaréis vuestros trucos, me interesan). Yo tenía poco tiempo para prepararlo y muchas ganas de revisar todas las recomendaciones que me habían llegado en distintos formatos (listas de WhatsApp, mapas de Google Maps, audios…). Bueno, ganas de ir a los sitios sí, de ponerme a estudiarlos para decidir… de eso no. Así que decidí ver si había alguna pieza de tecnología (mi trocito de alma de ingeniera necesita alimentarse también) que me ayudase a acelerar ese proceso semi manual de unificar toda la información en un solo sitio, que me permitiera ir fluyendo según lo que apeteciera, pero con la información en la mano.
De nuevo, y volviendo a lo que hemos estado comentando en otros artículos, la clave de utilizar la IA (aplica a nivel usuario pero también a nivel corporativo) es comenzar con el fin en la mente (uno de los 7 hábitos de… uy, ¡qué de cosas tenemos que ir posponiendo para comentar otro día!). El fin no puede ser utilizar la IA. El fin es lo que quiero conseguir como usuario, y utilizar inteligencia artificial es el medio para conseguirlo (ojo, y no siempre es el mejor). En mi caso tenía claramente definido lo que necesitaba:
“Mi contexto es que me voy de viaje, tengo poco tiempo,
y necesito revisar rápidamente todas las recomendaciones, unificarlas en un solo formato, y tener los pines disponibles en Google Maps para poder ver qué sitios chulos hay a mi alrededor cuando esté allí, y tener la nota de por qué está recomendado.”
Ahí está, el enunciado clave que desencadena todo lo demás, donde en ningún caso se nombra la IA, ni ninguna otra técnica, sino qué contexto tengo y qué necesidad específica como usuario. Es después, cuando paso al siguiente punto, donde entra en juego cómo solucionarlo.
Always fail fast
Como mi buen amigo Eduard Sulé y yo decíamos siempre que empezábamos un proyecto de data science juntos, es mejor fail fast sin invertir demasiado tiempo, para reajustar rápidamente y modificar rápido el rumbo. En este caso, parecía que la opción más directa era utilizar Gemini o ChatGPT o similares para meter los datos en distintos formatos (recordemos, lista de texto de whatsapps, mapa de google maps) para unificarlos en un solo formato. ¿Por qué?
Herramienta fácilmente accesible desde el móvil.
Lo que quiero hacer no tiene ningún riesgo si hay errores; lo peor que puede pasar es que algún pin se guarde mal, o el comentario no sea exactamente el mismo.
Rápido de hacer, compensa la inversión que haría en tiempo haciéndolo manual.
Spoiler: en 1 minuto, tenía una tabla conformada con el rating, el lugar, el pin de google maps, y un pequeño comentario asociado a quién había hecho la recomendación y por qué, por si necesitaba esa pista para más adelante. Vaya, pues esta vez, ha sido un sucess fast. No es habitual, pero oye, cuando sucede… ¡hay que aprovecharlo!
Simple, pero eficaz.
Bien. Acababa de ahorrarme ~45 minutos leyendo una a una las recomendaciones y viendo las opiniones por si me merecía la pena guardarlas (casi siempre son buenas pero hay algunas recomendaciones… que podríamos dejarlas a un ladito y sacarlas de la ecuación). En el mismo chat, lo convertí en un formato XML, que es el que acepta Google Maps, para importar un mapa con todos los pines, incluyendo en notas de cada pin el por qué de la recomendación. (Y solo para que conste en acta, esto no fue fast. No se generaban bien las latitudes y longitudes del mapa automáticamente, las notas no se incluían en los comentarios… tuve que ir fragmentando el problema dividiéndolo en pasos e instrucciones más sencillas para poder ir avanzando en el proceso sin equivocaciones).
Y así, sabiendo dónde estaba el Palacio de Agua de Ujung, terminé allí el día que me pillaba de camino, sin whatsapp, sin LinkedIn, y con ChatGPT abierto. ¿Por qué?
Cada vez con más preguntas que resolver
Debi, nuestro guía local, era un amante de Bali. Nos transmitía con pasión y generosidad retazos de su cultura, de cómo ven la vida y lo que son para ellos sus ancestros. Y aquí surgió el segundo reto. Había veces, que hablaba tan rápido en inglés y con un acento tan característico, como arrastrando las sílabas, que era literalmente imposible entender todo, y me quedaba con ganas de saber más sobre esas fuentes repletas de flores, sobre por qué el palacio era tan minimalista y sencillo, sobre la historia de los dioses hindúes que se honraban en el volcán Agung. ¿Cómo iba a perdérmelo? Solución: lanzando preguntas de cultura a través de ChatGPT.
Cada día, al volver, buscábamos un ratito para sentarnos, comentar y debatir lo que habíamos aprendido, y ampliábamos el debate enriqueciendo la información que ya teníamos con nueva, apasionante, que respondía exactamente a nuestras preguntas y que nos ayudaron a entender cada vez mejor la cultura balinesa. Fue un aliado brutal como guIA turístico (¿ya ni hace gracia la cantidad de palabras que hay con IA?), para no pasar de puntillas por las islas sino entendiendo desde distintos puntos de vista las características que lo hacen único.
Pero sin olvidar —ni sacrificar— lo más importante:
lo que sucede más allá de la pantalla.
¿Y tú? ¿Has vIAjado con algún otro truco?
Yo ya tengo la maleta y la IA ready, solo me falta tu tip secreto para el próximo despegue. ✈️